🧭 Qué ver en Cracovia en un día
Ruta completa por la ciudad + consejos útiles
Cracovia es una ciudad que sorprende por su historia, belleza y tamaño manejable. Aunque un solo día no da para verlo todo con calma, sí es suficiente para ver sus principales puntos de interés y empaparte de su ambiente único. A continuación, te cuento cómo llegamos desde Varsovia y cómo fue nuestro recorrido por los lugares imprescindibles de Cracovia.
Índice de contenido
- ➭ 🚄 Cómo ir de Varsovia a Cracovia
- ➭ 🧭 Qué ver en Cracovia en un día
- → 01. 🎭 Teatro Juliusz Słowacki
- → 02. 🛡️ Barbacana y Puerta de San Florián
- → 03. 🛍️ Calle Floriańska
- → 04. ⛪ Basílica de Santa María
- → 05. 🗿 Monumento a Adam Mickiewicz
- → 06. 🛍️ La Lonja de los Paños
- → 07. 🏰 La Torre del Ayuntamiento
- → 08. 🎓 Universidad Jaguelónica
- → 09. ⛪ Iglesia de los Franciscanos
- → 10. ⛪ Catedral de Wawel
- → 11. 🏰 Castillo Real de Wawel
- → 12. 🐉 La leyenda del dragón de Wawel
- → 13. ✡️ Paseo por el barrio judío
- → 14. 🕍 Iglesia de San Pedro y San Pablo
- → 15. 🎭 Piwnica Pod Baranami
- → 16. 🍩 Merienda pączki
- → 17. 🌇 Paseo al atardecer por el Vístula
- ➭ 🍽️ Comer en Cracovia
- ➭ 🍽️ Cenar en Cracovia
- ➭ 🗺️ Mapa de puntos interés
- ➭ 🛏️ Dónde dormir en Cracovia
- ➭ ⛏ Minas de Sal de Wieliczka
- ➭ 🧳 Conclusión
🚄 Cómo ir de Varsovia a Cracovia
Nosotros comenzamos la jornada saliendo desde Varsovia en tren, ya que fue la ciudad por la que entramos al país. Escogimos este medio por ser cómodo, rápido y fiable. El tren partía a las 6:48 y llegamos puntualmente a las 9:18, justo a tiempo para desayunar algo rápido en la estación de Cracovia antes de arrancar la visita.
Este trayecto en tren dura unas 2 horas y 30 minutos y ofrece una forma muy agradable de disfrutar del paisaje polaco mientras te desplazas. Si tienes tiempo limitado y te preguntas qué ver en Cracovia en un día, este tipo de traslado te permite aprovechar al máximo cada minuto. El día de salida, para ir al aeropuerto cogimos un uber que salió muy bien de precio puesto que éramos cuatro y de esta manera no tardamos nada en llegar.
Empezamos nuestro día apuntándonos a un free tour en español, una excelente manera de conocer los principales monumentos y comprender mejor la historia de la ciudad. El punto de encuentro fue frente al impresionante Teatro Juliusz Słowacki, una joya arquitectónica del siglo XIX que recuerda a la Ópera de París.
Aunque solo lo vimos por fuera, merece la pena contemplar su fachada decorada y entender que forma parte del carácter cultural de Cracovia, una ciudad profundamente ligada a las artes.
Justo al comienzo de nuestra ruta por Cracovia, nos encontramos con uno de los vestigios más impresionantes de su pasado medieval: la Barbacana y la Puerta de Florián, que formaban parte del antiguo sistema defensivo de la ciudad.
La Barbacana de Cracovia es una fortificación circular construida a finales del siglo XV. En concreto, se terminó en 1499 y su función principal era proteger la entrada principal a la ciudad frente a posibles invasiones. Es una estructura de ladrillo rojo, rodeada por un foso, y conectada directamente con las murallas mediante un pasadizo cubierto. Tenía siete torres de vigilancia y muros de más de 3 metros de grosor. Esta construcción fue clave en la defensa de la ciudad durante siglos, y es uno de los pocos ejemplos de barbicanas bien conservadas en Europa.
Justo a continuación se encuentra la Puerta de Florián (Brama Floriańska), que en su día fue la principal entrada a la ciudad amurallada. Su nombre se debe a San Florián, patrón de los bomberos y protector de Cracovia. Por esta puerta accedían procesiones reales y viajeros que llegaban desde el norte. Hoy en día, es el acceso perfecto para comenzar el recorrido por la Calle Floriańska, una de las arterias más animadas del casco antiguo.
Actualmente, tanto la Barbacana como la Puerta de Florián se pueden visitar. La entrada a la Barbacana es de pago (aproximadamente 18 zlotys), aunque leí que entrar no merece la pena, el exterior sí.
Al atravesar la puerta, accedimos a la calle Floriańska, una de las más emblemáticas del casco antiguo. Esta vía conecta directamente con la plaza principal y está repleta de tiendas, cafeterías y edificios con siglos de historia.
Caminar por esta calle es una experiencia en sí misma, ya que mantiene el encanto de antaño con un toque moderno. Además, es el lugar perfecto para tomar el pulso a la ciudad.
Uno de los puntos más icónicos que ver en Cracovia en un día es, sin duda, la imponente Basílica de Santa María, situada en una de las esquinas de la Plaza del Mercado. Sus torres desiguales y su arquitectura gótica llaman la atención desde cualquier ángulo, pero lo que realmente deja sin palabras es su interior.
Después del free tour, regresamos con intención de visitarla por dentro y, si era posible, subir a la torre. Sin embargo, coincidió que había una boda y no permitían el acceso completo. Aun así, tuvimos la suerte de poder entrar brevemente y admirar el interior, que nos pareció espectacular, especialmente por el colorido retablo tallado por Veit Stoss, una auténtica joya del arte medieval.
Información práctica:
- La entrada general cuesta alrededor de 15 zlotys.
- Para subir a la torre (desde donde cada hora suena el famoso hejnal o toque de trompeta), se paga una entrada adicional y los horarios son limitados.
- Importante: el acceso gratuito para fieles (sin visita turística) es por una puerta lateral.
En resumen, aunque no pudimos verla al completo por la celebración, recomiendo absolutamente planificar la visita con algo de antelación para no perderse uno de los templos más impresionantes de Cracovia.
Justo frente a la basílica se encuentra la estatua de Adam Mickiewicz, uno de los poetas más importantes de Polonia. Este monumento sirve como punto de encuentro habitual entre locales y visitantes. Aunque puede pasar desapercibido, tiene gran valor simbólico, ya que representa el orgullo nacional polaco.
Ubicada en el centro de la Plaza del Mercado, la Lonja de los Paños (Sukiennice) es uno de los edificios más emblemáticos de Cracovia. Su historia se remonta al siglo XIII, cuando los comerciantes comenzaron a intercambiar telas y especias bajo un mercado cubierto. Sin embargo, el edificio que vemos hoy en día tiene un diseño renacentista, fruto de una reconstrucción del siglo XVI tras un gran incendio.
Actualmente, la Lonja sigue cumpliendo una función comercial: en su planta baja encontrarás numerosos puestos de artesanía local, ámbar, souvenirs, telas y productos tradicionales. Es un lugar perfecto para comprar un recuerdo auténtico de tu paso por Cracovia.
Además, en la planta superior se encuentra una sede del Museo Nacional y una cafetería con vistas a la plaza. Si tienes tiempo extra, vale la pena echarle un vistazo.
Justo al lado de la Lonja, destaca la Torre del Ayuntamiento, uno de los pocos vestigios que quedan del antiguo Ayuntamiento medieval que fue demolido en el siglo XIX. Esta torre de 70 metros de altura, construida en piedra y ladrillo, es fácilmente reconocible por su tejado de estilo gótico y su inclinación, sí, está ligeramente torcida.
Se puede subir a la torre (previo pago de entrada) para disfrutar de unas vistas panorámicas de la Plaza del Mercado y del casco antiguo. Además, en su interior hay una pequeña exposición sobre la historia de la ciudad y la torre. Aunque no es tan alta como otras torres de la ciudad, el entorno que la rodea la hace muy especial.
Justo a los pies de la torre encontrarás una enorme escultura de una cabeza, llamada «Eros Bendato», una obra contemporánea que se ha convertido en una atracción en sí misma.
Desde la plaza, caminamos hacia la Universidad Jaguelónica, una de las más antiguas de Europa, fundada en 1364. Entramos en su precioso patio interior, un espacio que respira tranquilidad y tradición académica.
Aquí estudió nada menos que Nicolás Copérnico, el astrónomo que revolucionó la visión del universo. Sin duda, es un rincón lleno de historia que merece una breve parada, entrar al patio no tiene coste.
Antes de dirigirnos hacia el castillo, hicimos una parada en la Iglesia de San Francisco de Asís, conocida también como Iglesia de los Franciscanos. La entrada es gratuita, y en su interior se puede ver una copia de la Sábana Santa, además de vidrieras coloridas diseñadas por el artista modernista Stanisław Wyspiański.
Es un lugar menos visitado pero que es más bonita por dentro, ideal para ver en Cracovia en un día.
Después del tour, aprovechamos para visitar uno de los lugares más emblemáticos de Cracovia: la Catedral de Wawel (Katedra Wawelska), situada en la colina del mismo nombre. Esta catedral no solo es un lugar de culto, sino también un símbolo nacional. Durante siglos, fue el escenario de coronaciones reales, funerales de monarcas polacos y lugar de entierro de figuras históricas destacadas.
La entrada se adquiere en las taquillas o máquinas automáticas ubicadas a pocos pasos de la entrada principal, lo cual hace el proceso bastante cómodo. Una vez dentro, pudimos disfrutar de su elegante interior gótico y visitar la cripta, donde descansan personalidades como el poeta Adam Mickiewicz y el general Józef Piłsudski.
Además, decidimos subir a la torre para ver de cerca la Campana de Segismundo, una de las más grandes de Europa. Las vistas desde arriba, aunque no son especialmente impactantes, permiten observar parte del casco antiguo y el Vístula desde las alturas. El acceso a la torre es estrecho y algo empinado, así que conviene llevar calzado cómodo, además es el único sitio donde se pueden sacar fotos.
Justo al lado de la catedral se encuentra el Castillo Real de Wawel, otro de los símbolos imprescindibles de Cracovia. Este complejo arquitectónico ha sido residencia de reyes, centro político del Reino de Polonia y actualmente es uno de los museos más visitados del país.
El castillo ofrece diferentes tipos de entradas, según lo que quieras visitar: los Apartamentos Reales, la Sala del Tesoro y Armería, o incluso exposiciones temporales. Sin embargo, en esta ocasión decidimos no entrar, ya que preferimos centrarnos en recorrer el exterior y disfrutar del Patio de Armas, al que se puede acceder gratuitamente.
Desde aquí también se accede al famoso Mirador sobre el Vístula y al inicio del camino que lleva a la Cueva del Dragón, muy popular entre los más pequeños por su escultura de dragón que lanza fuego cada pocos minutos.
Después de visitar la Catedral y el Castillo de Wawel, nos acercamos al mirador que da al río Vístula, justo al final de la colina. Allí comienza un breve sendero que conduce a una de las figuras más icónicas y legendarias de Cracovia: el Dragón de Wawel (Smok Wawelski).
Según cuenta la leyenda, hace muchos siglos vivía en una cueva al pie de esta colina un temible dragón que aterrorizaba a la ciudad. Exigía sacrificios humanos y animales, y nadie era capaz de vencerlo. Fue entonces cuando un joven zapatero llamado Skuba ideó un ingenioso plan: rellenó una oveja con azufre y se la ofreció al dragón como si fuera una ofrenda habitual. El dragón se la comió y, poco después, comenzó a sentir una sed insoportable. Bebió tanta agua del río Vístula que explotó. Así, el joven se convirtió en héroe y liberó a Cracovia del monstruo.
Hoy en día, junto a la entrada de la cueva (que puede visitarse en temporada alta), se encuentra una escultura metálica del dragón, que lanza fuego por la boca cada pocos minutos, para alegría de niños y adultos por igual.
Consejo: si quieres ver al dragón escupiendo fuego, espera unos minutos y ten tu cámara lista. El espectáculo es breve pero llamativo.
Además de la escultura, puedes ver la entrada a la Smocza Jama (Cueva del Dragón), una atracción que puedes recorrer por menos de 10 zlotys, ideal si viajas con niños o simplemente te gusta sumergirte en la mitología local.
Después de visitar la colina de Wawel, pusimos rumbo a uno de los barrios más auténticos y con más historia de Cracovia: Kazimierz, el antiguo barrio judío. Este rincón de la ciudad combina a la perfección memoria histórica, tradición y vida bohemia.
Nuestra primera parada fue la Sinagoga Tempel, una de las más elegantes de Cracovia. Aunque ya no se utiliza para el culto regular, hoy acoge conciertos y eventos culturales.
Continuamos hasta la Plaza Nowy, el corazón del barrio judío moderno. Aquí verás un ambiente vibrante, lleno de bares, puestos de comida y locales alternativos. Es también uno de los mejores lugares para probar el típico zapiekanka (es como un panini), aunque nosotros preferimos guardar el hambre para algo más contundente.
A escasos metros se encuentra el Cementerio Remuh, uno de los cementerios judíos más antiguos de Europa. Aunque no entramos, en este punto te cuentan la parte más dura de la ocupación alemana. También nos detuvimos frente a la Sinagoga Remuh, en la cual se puede entrar, previo pago.
Seguimos el recorrido hacia la Sinagoga Stara, la más antigua de Cracovia, construida en el siglo XV. Aunque por fuera puede parecer sencilla, en su interior se encuentra hoy el Museo de Historia de los Judíos de Cracovia. Por último, llegamos a la sinagoga Popper que hoy en día alberga una librería. Aprovechamos para entrar y curiosear un poco, y terminar el tour.
Después del paseo cultural por Kazimierz, el estómago ya pedía una parada, y después de intentar en varios sitios acabamos en el restaurante Pod Aniołami, un local con mucho encanto y comida tradicional polaca. Tuvimos la suerte de que uno de los camareros hablaba español, lo cual nos hizo sentir aún más cómodos.
Pedimos una sopa típica, unos deliciosos pierogi (empanadillas polacas rellenas) y, para terminar, un postre clásico de manzana con helado. Todo estaba riquísimo y la atención fue excelente. Si buscas un lugar acogedor y de buena calidad, sin duda es una gran opción y para estar en el centro no estaba masificado.
Todos los pagos en tarjeta los hicimos con Revolut.
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Después de terminar el tour y descansar un poco, decidimos aprovechar la tarde para visitar algunos lugares que no habíamos podido ver por dentro por la mañana. Así que regresamos a la Basílica de Santa María y también entramos a la Catedral de Wawel, como ya te conté. Esta vez, hicimos también una parada en otra iglesia que nos llamó mucho la atención: la Iglesia de San Pedro y San Pablo.
Este templo barroco, con una fachada blanca y elegante, vale la pena asomarse para disfrutar de su tranquilidad y arquitectura. Una visita rápida que puedes hacer para ver Cracovia en un día.
Una de las cosas más curiosas de Cracovia es cómo muchos de sus edificios históricos esconden auténticas joyas tras sus fachadas. En esta ocasión, entramos en un patio interior muy especial ubicado en la Plaza del Mercado. Desde fuera solo verás el cartel del klub studencki «Piwnica Pod Baranami», pero si atraviesas el patio, llegarás a una terraza escondida y justo a la derecha verás unas escaleras que bajan a un lugar único.
Se trata de Piwnica Pod Baranami, una cafetería y espacio cultural subterráneo instalado en una antigua bodega de piedra, como si fuera una cueva. El ambiente es muy bohemio, con luz tenue, paredes de ladrillo y mucho carácter. Es ideal para tomar algo y sentirte un poco como un local.
Durante nuestro paseo nos entró antojo de algo dulce, así que aprovechamos para probar uno de los dulces más típicos de Polonia: los pączki. Son una especie de donuts rellenos, los más tradicionales llevan mermelada de rosa o ciruela, aunque hoy en día puedes encontrarlos de chocolate, crema y muchas más variedades.
Nosotros los compramos en una pequeña pastelería de la calle Floriańska y, aunque son contundentes, están deliciosos. ¡Perfectos para recuperar energía y seguir caminando!
Ya con la tarde cayendo, decidimos terminar el día de forma tranquila, paseando junto al río Vístula, una zona muy animada, ideal para relajarse tras un día completo de turismo. Desde aquí pudimos ver un atardecer precioso, con la noria y el globo aerostático como siluetas de fondo.
La orilla del río tiene mucho ambiente, con gente paseando, haciendo deporte o simplemente disfrutando de las vistas. Sin duda, una forma perfecta de cerrar un día intenso y poder ver Cracovia en un día.
Para poner el broche final a nuestra visita a Cracovia, seguimos la recomendación de nuestro guía y fuimos a cenar al restaurante Starka Kraków, situado en el barrio judío. Fue un acierto total.
Nada más llegar, nos sorprendió lo acogedor del lugar, y además tienen la carta en español, lo cual facilita mucho si no dominas el idioma. De hecho, había más españoles cenando allí y coincidían en lo mismo: comida deliciosa y trato excelente.
Pedimos varios platos para compartir: pierogi caseros, una ensalada fresca, pechuga de pollo, steak tartar y, para cerrar con algo dulce, una tarta de queso que estaba espectacular.
Consejo: Si quieres cenar en Starka, mejor reserva o llegar pronto, porque es bastante popular y suele llenarse. Tuvimos suerte que era temprano, pero la gente suele reservar.
Durante nuestra estancia en Cracovia, nos alojamos en Old Town WAWEL II Premium Apartments, una opción que recomiendo. Escogimos un apartamento con dos habitaciones, un baño completo y una cocina muy amplia, perfecta para los cuatro.
Lo mejor era su ubicación privilegiada, justo al lado de la colina de Wawel y muy cerca del río Vístula. Además de estar bien situado, era un lugar moderno, limpio y completamente equipado, ideal para descansar después de un día explorando la ciudad. Sin duda, un alojamiento cómodo y práctico para visitar Cracovia a pie.
Aunque este post se centra en qué ver en Cracovia en un día, si tienes algo más de tiempo te recomendamos visitar las Minas de Sal de Wieliczka, una de las excursiones más populares desde la ciudad. Nosotros fuimos el segundo día y la experiencia nos pareció fascinante.
Estas minas, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, albergan pasillos subterráneos, esculturas talladas en sal e incluso una capilla enorme. La visita guiada te lleva por sus galerías más espectaculares y es una forma genial de conocer otro aspecto de la historia y cultura polaca.
Cracovia es una ciudad que se disfruta caminando, dejándose llevar por su historia, su ambiente y su autenticidad. Aunque en un día sólo puedes ver lo más esencial, la ciudad sabe dejar huella, con sus rincones llenos de leyendas, su gastronomía y la calidez de su gente.
Si solo tienes un día, organiza bien tu ruta para aprovecharlo al máximo, y si puedes, añade algún día más para explorar sus alrededores. ¡Cracovia es de esas ciudades que siempre invitan a volver!
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