Qué ver en Berlín en tres días
Historia, cultura y Navidad
Berlín es una ciudad vibrante, llena de historia, contrastes y cultura. Si estás planeando una escapada y te preguntas qué ver en Berlín en tres días, aquí te traigo una ruta detallada basada en mi experiencia personal. Además, te contaré dónde alojarte, cómo moverte por la ciudad y cómo llegar desde el aeropuerto.
Índice de contenido
🗓️ Día 1: Centro histórico, museos y mercados navideños
Nuestra aventura por Berlín comenzó en el Hotel Zoe by Amano, un alojamiento moderno y elegante ubicado en pleno centro de la ciudad, a pocos pasos de la famosa Isla de los Museos. Gracias a su ubicación privilegiada, nos permitió movernos fácilmente a pie por gran parte del casco histórico los tres días que estuvimos en Berlín.
Antes de empezar con las visitas culturales, decidimos dejarnos llevar por el ambiente navideño que envuelve Berlín en diciembre. A pocos minutos del hotel, encontramos el mercadillo navideño de la Fuente de Neptuno (Neptunbrunnen), en el Marx-Engels-Forum. Es un mercado con mucho encanto, ideal para comenzar el día. Huele a vino caliente y salchichas, hay puestos de artesanía local, música tradicional y una pista de patinaje sobre hielo que alegra a grandes y pequeños.
Al estar tan cerca, pudimos aprovecharlo en varios momentos durante los tres días que estuvimos en Berlín. La atmósfera era mágica, especialmente por la mañana, cuando todavía no hay tanta gente.
Después del paseo, nos dirigimos caminando hasta Alexanderplatz, uno de los centros neurálgicos de la ciudad. Aquí se alza imponente la Torre de Televisión (Fernsehturm), visible desde casi cualquier punto de Berlín. Aunque en ese momento no subimos, es una de las mejores panorámicas si te apetece verla desde las alturas.
Reservamos desayunar en la torre el día de salida de Berlín, y fue toda una experiencia.
Continuando con el recorrido, cruzamos hacia el cercano Nikolaiviertel, el barrio más antiguo de Berlín. Esta zona es como un pequeño salto en el tiempo con calles adoquinadas, casas de estilo medieval reconstruidas tras la guerra, y un ambiente muy tranquilo a pesar de su céntrica ubicación. Perfecto para sacar unas cuantas fotos con encanto histórico.
Muy cerca se encuentra uno de los grandes protagonistas del día: la Berliner Dom o Catedral de Berlín.
Antes de entrar en ella, decidimos visitar el curioso Museo de la RDA (DDR Museum), justo al lado. Se trata de un museo interactivo que te sumerge en la vida cotidiana de la antigua Alemania del Este. Como teníamos la tarjeta turística de Berlín (que más adelante te explico), aprovechamos para entrar. Dentro encontrarás coches Trabant, muebles de los años 70, y hasta puedes probar ropa típica de la época.
Ya dentro de la catedral, nos maravillamos con su imponente interior barroco y, sobre todo, con la subida a la cúpula. Aunque la escalera es algo estrecha, las vistas desde lo alto merecen el esfuerzo: toda la ciudad se despliega a tus pies, con el río Spree serpenteando entre edificios históricos y modernos. También, justo en frente, están las famosas estatuas “Three Girls One Boy”, que bien merecen una foto.
Tras la visita, cruzamos el puente hacia la Isla de los Museos (Museumsinsel), Patrimonio de la Humanidad. Entre todos los museos que alberga, elegimos el Museo de Pérgamo, uno de los más destacados del mundo en arte antiguo. Aunque parte del museo está en restauración, aún se puede visitar el Altar de Pérgamo, la Puerta de Ishtar y otras piezas monumentales de la Antigüedad que te dejan sin palabras.
Por la tarde, dimos un tranquilo paseo hasta el Gendarmenmarkt, una de las plazas más bonitas de Berlín, donde también había un precioso mercado navideño. El entorno es espectacular, flanqueado por la Catedral Alemana, la Catedral Francesa y la sala de conciertos Konzerthaus. Si te gusta el ambiente festivo, este es uno de los mercados más elegantes y fotogénicos de la ciudad.
Finalmente, cerramos el día admirando dos de los símbolos más reconocibles de Berlín: la majestuosa Puerta de Brandeburgo, iluminada y llena de vida al caer la noche, y el imponente Reichstag, sede del Parlamento alemán. Aunque no llegamos a entrar (se puede visitar con reserva previa), es un lugar que impone respeto y te conecta con la historia contemporánea.
Todo este recorrido lo hicimos caminando, lo cual demuestra lo bien conectadas que están las principales atracciones del centro histórico de Berlín. Al final del día estábamos agotados, pero felices de haber experimentado una parte imprescindible de todo lo que hay que ver en Berlín en tres días.
Después de un primer día intenso, arrancamos nuestra segunda jornada en Berlín con muchas ganas de seguir descubriendo rincones clave de la ciudad. Este día nos llevó a través de lugares que reflejan la historia más reciente, con momentos de reflexión, panorámicas urbanas y un broche navideño lleno de encanto.
Empezamos temprano en el mítico Checkpoint Charlie, uno de los pasos fronterizos más conocidos durante la Guerra Fría. Este lugar simbolizaba el límite entre Berlín Este y Berlín Oeste, y aunque hoy queda algo turístico, sigue siendo una parada obligatoria para entender lo que supuso la división de la ciudad. A un lado está la famosa caseta con actores disfrazados de soldados para hacerse fotos (un poco show, sí), pero es parte de la experiencia.
Justo al lado visitamos el museo interactivo “The Wall”, centrado en la historia del Muro de Berlín. A través de vídeos, testimonios y reconstrucciones, el museo intenta transmitir cómo era la vida en la ciudad dividida. Las opiniones sobre la visita fueron un poco mixtas: algunos lo encuentran muy interesante, otros sienten que el precio no justifica lo que ofrece. Aun así, si te interesa el tema, puede merecer la pena.
Desde allí seguimos caminando hasta Potsdamer Platz, una plaza que impresiona por su arquitectura moderna y ambiente cosmopolita. Esta zona fue completamente reconstruida tras la caída del Muro, y hoy en día es un ejemplo de la nueva Berlín. Con nuestra tarjeta turística pudimos subir a uno de los rascacielos, desde donde obtuvimos unas vistas increíbles de toda la ciudad. Ver cómo el pasado y el presente se mezclan desde lo alto es una experiencia que te hace pensar en lo rápido que puede transformarse una ciudad.
Continuamos la ruta hasta uno de los lugares más impactantes del viaje: el Monumento a los judíos asesinados en Europa. Este memorial está compuesto por más de 2.700 bloques de hormigón de diferentes alturas, dispuestos en una cuadrícula que te envuelve a medida que caminas entre ellos. Es un espacio sobrecogedor, donde el silencio invita al respeto y a la reflexión. Está muy cerca de la Puerta de Brandeburgo, así que es fácil incluirlo en la ruta.
Muy cerca de allí se encuentra el Reichstag, sede del Parlamento alemán. Esta vez sí pudimos entrar gracias a que habíamos reservado con antelación, algo imprescindible si quieres subir a su famosa cúpula de cristal diseñada por Norman Foster. La subida es gratuita y ofrece unas vistas espectaculares, además de una exposición sobre el funcionamiento político del país. Nos encantó esta visita por lo simbólica y bien organizada que está.
Al salir, dimos un tranquilo paseo por el Tiergarten, el pulmón verde de Berlín. Es un parque enorme, perfecto para desconectar un rato del bullicio urbano. Aunque era diciembre, el entorno seguía teniendo su encanto, con senderos amplios y zonas donde se respira paz. En primavera o verano debe estar precioso para hacer un picnic.
Para terminar el día, tomamos el metro y nos desplazamos hasta el Palacio de Charlottenburg, al oeste de la ciudad. Este antiguo palacio barroco, residencia de los reyes prusianos, es una maravilla arquitectónica que ya impresiona por fuera. No entramos al interior, pero lo que realmente nos atrajo fue su mercado navideño, que se instala justo delante del edificio.
Este fue sin duda el mercado más elegante y bonito que vimos durante el viaje. Las casetas estaban decoradas con mimo, las luces resaltaban la silueta del palacio y el ambiente era más relajado que en otros mercados céntricos. Aprovechamos para tomar un glühwein (vino caliente) y probar alguna delicia dulce, rodeados de música y puestos de artesanía de calidad. Fue el broche perfecto para cerrar un día lleno de contrastes.
Nuestro último día en Berlín lo dedicamos a explorar algunos de los lugares más significativos en cuanto a historia contemporánea, arte callejero y vida local. Aunque fue una jornada intensa, logramos exprimir al máximo cada parada antes de despedirnos de esta ciudad tan fascinante.
La mañana comenzó con una visita al Berlin Wall Memorial, uno de los sitios más impactantes para comprender la historia reciente del país. Esta zona conserva un tramo original del muro, además de una torre de vigilancia y numerosos paneles informativos que narran cómo era la vida en un Berlín dividido.
Caminar por este lugar es estremecedor. A través de fotografías, testimonios y restos estructurales, se puede entender mejor el drama humano que supuso la separación. Aquí no hay apenas turistas ni bullicio, y eso contribuye al ambiente solemne y reflexivo. Sin duda, una visita imprescindible si quieres conectar de verdad con la historia de la ciudad.
Después, nos dirigimos hacia la zona de Gesundbrunnen para hacer una visita guiada con la organización Berlin Underworlds (Berliner Unterwelten). Este recorrido nos llevó al interior de antiguos búnkeres y refugios antiaéreos que se usaron durante la Segunda Guerra Mundial.
La experiencia fue intensa y sorprendente. A través de historias reales y explicaciones detalladas, aprendimos cómo se organizaba la población en tiempos de bombardeos y cómo algunos espacios fueron reutilizados durante la Guerra Fría. Es una actividad muy recomendable si te interesa la historia bélica y quieres ver algo distinto fuera de los circuitos más turísticos.
Una vez salimos a la superficie, cambiamos totalmente de registro. Nos desplazamos hacia la East Side Gallery, el tramo más largo y famoso del Muro de Berlín que hoy luce como una auténtica galería de arte al aire libre.
Este segmento del muro, que se extiende a lo largo de más de 1,3 km junto al río Spree, está decorado con grafitis y murales de artistas de todo el mundo, muchos de ellos con mensajes de libertad, unidad y esperanza. Entre los más conocidos están el “Beso fraternal” entre Brezhnev y Honecker o la imagen del Trabant atravesando el muro. Pasear por aquí es como recorrer un museo urbano cargado de simbolismo.
Con el estómago ya pidiendo una pausa, caminamos hasta Burgermeister Schlesisches Tor, un local de hamburguesas que se ha hecho famoso tanto por su comida como por su ubicación: está instalado en un antiguo baño público bajo las vías del tren. Puede sonar raro, pero el lugar tiene su encanto alternativo y la comida es realmente buena.
Pedimos un par de hamburguesas con patatas y disfrutamos del ambiente desenfadado rodeados de locales y turistas. Si te gusta el street food con rollo urbano, es una parada obligatoria.
Ya por la tarde, tomamos el metro hacia el Bavarian Quarter (Bayerisches Viertel), un barrio tranquilo, de estilo residencial, con amplias avenidas y una atmósfera muy distinta al centro. Aquí visitamos la impresionante Iglesia Memorial Kaiser Wilhelm, cuya estructura dañada durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial se ha mantenido como símbolo de paz y recuerdo.
La zona, menos turística, nos sorprendió por su mezcla de arquitectura y calma. Parte de este recorrido lo hicimos también a bordo del típico autobús turístico de dos pisos, que nos permitió ver con más perspectiva algunos puntos que se nos habían escapado los días anteriores.
Durante nuestra estancia en Berlín, nos alojamos en el Hotel Zoe by Amano, y fue todo un acierto. Su ubicación no podría ser mejor, a solo unos pasos de la Isla de los Museos y muy cerca de Alexanderplatz, lo que nos permitió movernos caminando a prácticamente todos los puntos de interés del centro. De hecho, es una base ideal si estás planeando una escapada de varios días y quieres descubrir qué ver en Berlín en tres días sin perder tiempo en desplazamientos largos.
El hotel tiene un estilo moderno y acogedor, con una decoración cuidada que mezcla diseño urbano y calidez. La habitación era amplia, muy limpia y con una cama comodísima que agradecimos después de cada día de caminatas. Además, el ambiente era muy tranquilo, ideal para descansar sin ruidos.
Un punto a destacar es su terraza en la azotea, perfecta para tomar algo con vistas al skyline de Berlín (aunque en invierno el frío puede echarte para atrás 😅). También nos encantó que estuviera rodeado de restaurantes, cafeterías y transporte público, lo que hizo que todo resultara muy cómodo.
Si buscas un hotel con buena relación calidad-precio, diseño cuidado y excelente ubicación para explorar Berlín, el Hotel Zoe es totalmente recomendable.
Durante nuestra escapada a Berlín utilizamos la Berlin WelcomeCard, una tarjeta turística que resultó ser muy útil, sobre todo si tienes pensado moverte bastante por la ciudad y visitar varios museos o monumentos.
Esta tarjeta incluye el uso ilimitado del transporte público (metro, autobús, tranvía y trenes regionales) en las zonas que elijas (AB o ABC, según si visitas también Potsdam, por ejemplo), además de descuentos en más de 180 atracciones, como museos, visitas guiadas, monumentos históricos y hasta restaurantes.
En nuestro caso, la usamos para subir al mirador de Potsdamer Platz, entrar al Museo de Pérgamo, visitar la Catedral de Berlín y movernos por toda la ciudad sin preocuparnos por billetes individuales. También nos permitió ahorrar algo en la entrada al Museo de la RDA y obtener descuentos en algunos mercadillos navideños.
💡 ¿Es rentable?
Si vas a estar al menos tres días y piensas visitar varios sitios de pago, sí compensa. Además, te da tranquilidad para subir y bajar del metro o autobús sin tener que validar tickets cada vez. También hay una versión que incluye entrada gratuita a todos los museos de la Isla de los Museos, ideal si te apasiona el arte o la arqueología.
Puedes comprarla online, recogerla en el aeropuerto o estaciones principales, y activarla con tu primer uso. Recuerda que es válida por días naturales, no por horas, así que te recomendamos empezar a usarla a primera hora para aprovecharla al máximo.
| Tipo de tarjeta | Zonas | Duración | Incluye | Precio aprox. |
|---|---|---|---|---|
| Berlin WelcomeCard AB | AB | 48h, 72h, 4, 5 o 6 días | Transporte en Berlín + descuentos en atracciones | Desde 25 € |
| Berlin WelcomeCard ABC | ABC | 48h, 72h, 4, 5 o 6 días | Transporte en Berlín + Potsdam + Aeropuerto BER + descuentos | Desde 30 € |
| Berlin WelcomeCard Isla de los Museos | AB | 72h | Transporte + entrada gratuita a los museos de la Isla de los Museos + descuentos | Desde 55 € |
📌 Zonas AB cubren Berlín ciudad.
📌 Zona C incluye el aeropuerto y Potsdam (muy útil si planeas visitarlos).
📌 Niños menores de 6 años viajan gratis. También puedes llevar 1 niño entre 6-14 años gratis con cada tarjeta de adulto.
💡 Consejo: si quieres visitar varios museos, especialmente en la Isla de los Museos, la tarjeta con acceso incluido a ellos es la más rentable.
Una de las mayores ventajas de la Berlin WelcomeCard es que incluye transporte ilimitado dentro de las zonas que hayas elegido (AB o ABC), lo que te permite moverte por la ciudad sin preocuparte por comprar billetes individuales.
🚆 Tipos de transporte incluidos:
- Metro (U-Bahn) y tren de cercanías (S-Bahn): ideales para moverte rápidamente entre barrios.
- Tranvías (Tram): muy comunes en la zona este de Berlín, cómodos y frecuentes.
- Autobuses urbanos: perfectos para trayectos cortos o para recorrer zonas sin metro.
- Regionales (RB/RE): si tienes la tarjeta ABC, podrás llegar cómodamente a Potsdam o al aeropuerto BER.
🎟️ ¿Cómo usarla?
Solo tienes que validar la tarjeta una vez al comenzar tu primer trayecto. Se valida en las máquinas amarillas o rojas que hay en las estaciones o dentro del transporte. Desde ese momento, empieza a contar la duración.
📲 Consejos útiles:
- Descarga la app BVG Fahrinfo Berlin: es gratuita, funciona muy bien y te indica la mejor combinación de transportes en tiempo real.
- Guarda tu tarjeta a mano: aunque rara vez controlan, en caso de inspección debes mostrarla.
- Aprovecha los autobuses turísticos públicos: por ejemplo, la línea 100 y 200 pasan por muchos de los lugares turísticos más famosos, y están incluidos en el abono.
Berlín es una ciudad fascinante, llena de historia, contrastes y rincones sorprendentes. Para aprovechar al máximo tu visita, aquí van algunos consejos prácticos que pueden ayudarte a planificar mejor tu viaje:
🗓️ ¿Cuál es la mejor época para visitar Berlín?
Berlín se puede visitar todo el año, pero todo depende del tipo de experiencia que busques:
- Primavera y otoño: son ideales por el clima suave, menos turismo y paisajes muy bonitos (los parques en otoño son una pasada).
- Verano: hay más ambiente, terrazas llenas, festivales al aire libre… pero también más gente y precios algo más altos.
- Invierno: frío, sí, pero si te gustan los mercados navideños, Berlín es una ciudad espectacular en diciembre.
💳 ¿Efectivo o tarjeta?
Aunque muchos sitios aceptan tarjeta, aún hay bares, mercadillos y algunos restaurantes donde solo se puede pagar en efectivo. Lleva siempre algo de dinero en metálico, especialmente si vas a mercadillos o cafeterías pequeñas.
🗣️ Idioma
El alemán es el idioma oficial, pero casi todo el mundo habla inglés perfectamente, especialmente en hoteles, museos y restaurantes. Aun así, siempre se agradece aprender un “Danke” (gracias) o un “Hallo” (hola).
📶 Internet y conexión
Berlín tiene buen WiFi en muchos museos, cafés y alojamientos. Si quieres estar conectado todo el tiempo, puedes comprar una tarjeta SIM local o usar eSIM si tu móvil lo permite.
🚶♀️ ¿Se puede recorrer andando?
Sí, sobre todo la parte más turística del centro. Muchas atracciones están cerca entre sí, y la ciudad es bastante plana, así que es cómoda para caminar. Pero también conviene combinar con transporte público para ahorrar tiempo.
🍽️ Propinas
No están incluidas en la cuenta. Lo habitual es redondear o dejar entre el 5 y el 10% si estás satisfecho con el servicio.
Berlín no es una ciudad que te lo pone todo fácil a primera vista. No es la más bonita ni la más ordenada, pero tiene algo que atrapa. Sus cicatrices, su historia a flor de piel, su mezcla de culturas, su energía creativa… Todo te invita a mirar dos veces, a querer saber más, a conectar con lo que ves y sientes.
Durante nuestra ruta explorando qué ver en Berlín en tres días, aprendimos mucho, nos emocionamos, comimos genial y caminamos como nunca. Berlín nos sorprendió y nos enseñó que cada rincón tiene algo que contar, y que mirar al pasado con ojos abiertos es la mejor manera de entender el presente.
Si estás pensando en visitar la capital alemana, solo podemos decirte: hazlo. Berlín te espera con los brazos abiertos, y seguro que, como a nosotros, te dejará con ganas de volver.
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