Pasarelas de Montfalcó
Todo lo que necesitas saber
Una de las rutas más bonitas, a la par que dura, fue esta de las Pasarelas de Montfalcó.
Esta ruta se puede empezar en desde el refugio de Montfalcó (Huesca) o en La Masieta (Lleida). Todo dependerá de dónde te encuentres o por dónde te apetezca empezar. Nosotros la iniciamos en la Masieta, nos pareció una buena opción para no tener tanto desnivel a la vuelta.
Índice de contenido
Cómo llegar:
Nos hospedamos en Tolva, que se encuentra a unos 19 km en coche de la zona de inicio de la ruta. El trayecto nos llevó aproximadamente 24 minutos, lo que permitió disfrutar del paisaje mientras nos acercábamos a nuestro destino.
Para aparcar, optamos por el Aparcamiento de la Masieta, situado en Lleida. Es importante destacar que, especialmente en temporada alta, es necesario reservar plaza con antelación, ya que suele llenarse rápidamente. Por eso, planificar con tiempo te ahorra preocupaciones y asegura que tu visita comience sin contratiempos.
Finalmente, para más información sobre cómo llegar y para realizar la reserva de aparcamiento, puedes consultar el enlace oficial AQUÍ.
Salen diferentes rutas desde allí, todas ellas señalizas con un número y un color.
Desde la Masieta sale la Ruta 2 (azul), Ruta 3 (verde) y Ruta 4 (naranja). La ruta 4 y 3 terminan uniéndose para ser la Ruta 1 (marrón). Para ir a las pasarelas hay que tomar la Ruta 2.
La ruta de las pasarelas de Montfalcó es lineal, hicimos unos 20 km y tardamos como unas 4 horas entre ida y vuelta.

Consejos útiles:
Para aprovechar al máximo la experiencia en las pasarelas de Montfalcó, te comparto algunos consejos que a nosotros nos resultaron muy útiles.
Lo primero de todo, lleva suficiente agua. Ten en cuenta que durante el camino no encontrarás fuentes donde rellenar la botella. Además, suele hacer bastante calor, por lo que hidratarse es fundamental. Nosotros llevamos dos botellas grandes y las terminamos por completo. Un detalle curioso, al regresar al aparcamiento nos encontramos con una persona vendiendo refrescos. Después de tantas horas de caminata, aquello nos supo a gloria. Elige bien dónde parar a comer. Nosotros hicimos una pausa justo después del segundo tramo de pasarelas. En esa zona hay sombra y espacio suficiente para descansar, recuperar energías y, por supuesto, disfrutar del bocadillo con unas vistas espectaculares.
Algo primordial es, usar buen calzado, ropa cómoda y bastones. De hecho, en varios tramos el terreno es irregular y resbaladizo, así que contar con buen material puede marcar la diferencia entre disfrutar del camino o sufrirlo. Y por supuesto, llevar protección contra el sol. No olvides la gorra ni la crema solar. Hay zonas muy expuestas donde el sol pega con fuerza y conviene estar preparado.
Nunca debes tomar atajos, ni salir de la ruta. Aunque pueda parecer una buena idea, puedes terminar en zonas peligrosas o, directamente, perderte. Lo más seguro es siempre seguir el sendero marcado.Fundamental y algo muy necesario es respetar el entorno. A lo largo del recorrido no encontrarás papeleras, por lo que lo mejor es guardar todos los residuos en la mochila. El bosque no es un basurero, y nada desentona más que ver mascarillas o envoltorios tirados en plena naturaleza.
En definitiva, con un poco de planificación y sentido común, la ruta se convierte en una experiencia inolvidable.
Recorrido:
En primer lugar, la ruta comienza con un tramo muy sencillo, perfectamente apto para toda la familia. A lo largo del recorrido encontrarás carteles que señalizan las diferentes opciones disponibles, lo cual facilita mucho la orientación. De hecho, parte de este primer camino se comparte con otras rutas, aunque en nuestro caso decidimos seguir la Ruta 2.
Sin embargo, es importante no salirse del sendero marcado. Nosotros intentamos atajar y, finalmente, tuvimos que regresar sobre nuestros pasos para retomar el camino correcto. Poco a poco, conforme se avanza, el terreno empieza a cambiar. Por un lado, se vuelve más abrupto y aparecen muchas piedras. Por otro lado, el esfuerzo aumenta porque este tramo es de subida constante.

Puente de Sant Jaume
El primer gran hito del recorrido es el puente de Sant Jaume, un puente colgante metálico que, a simple vista, puede imponer respeto e incluso provocar un ligero vértigo. Sin embargo, la estructura es completamente segura, y cruzarlo se convierte en una de esas experiencias que aceleran el corazón y te hacen sentir la emoción de la aventura.
A partir de ese punto, la ruta se vuelve aún más especial. Poco a poco, el sendero te conduce directamente hacia un túnel abierto en plena montaña. Caminar por allí resulta fascinante, ya que, además de la emoción de avanzar junto a la roca, encontrarás una cuerda instalada a modo de barandilla para quienes necesiten un extra de seguridad. Además, en el trayecto aparecen varios bancos estratégicamente colocados, perfectos para detenerse, tomar aire y, sobre todo, contemplar el entorno.
Y es que las vistas son simplemente espectaculares. Desde este tramo se observa la zona más estrecha del río Noguera Ribagorzana, cuyas aguas turquesa contrastan con la dureza de la montaña. Sin duda, es un paisaje de ensueño que invita tanto a la calma como a la admiración.
Segundo tramo
Tras dejar atrás el tramo anterior, a lo lejos, ya se distinguen las impresionantes pasarelas de Montfalcó y el majestuoso Congost de Montrebei. Esa primera visión motiva, aunque, a partir de aquí, el camino se complica. El terreno se vuelve mucho más irregular y el desnivel comienza a hacerse notar. Por suerte, hay escalones preparados para facilitar la subida, aunque algunos resultan bastante altos. En nuestro caso, llevar bastones fue de gran ayuda y, sinceramente, los recomendamos totalmente para esta parte del recorrido.
Más adelante, conforme uno se acerca al segundo puente colgante, la ruta adquiere un nuevo desafío. El sendero pasa a ser de piedra, pero muchas de esas rocas están desgastadas, lo que provoca que la superficie resbale con facilidad. Por eso, es fundamental avanzar con calma, sin prisas y con precaución. De este modo, cada paso no solo se convierte en un reto, sino también en una parte esencial de la aventura que conduce hasta uno de los tramos más espectaculares del camino.
Llegada a las Pasarelas
Una vez que cruzas el segundo puente colgante comienza un gran ascenso. Este tramo es exigente, así que mi consejo es tomártelo con calma. Aprovecha para hacer pequeñas paradas, recuperar el aliento y, de paso, sacar algunas fotos espectaculares. Cada pausa se convierte en una excusa perfecta para disfrutar del paisaje.
Y entonces llega el momento más esperado, caminar por las famosas pasarelas de Montfalcó. No puedo negar que la primera impresión me dejó sin palabras. La sensación de avanzar pegado a la roca, con el vacío a un lado y las vistas abriéndose al horizonte, es algo que impresiona de verdad. Si tienes vértigo, probablemente este no sea el mejor tramo para ti, ya que puede imponerte bastante. Ten en cuenta además que el camino de vuelta es el mismo, por lo que es habitual cruzarte con gente que sube mientras tú bajas.
Tras superar este primer tramo, el sendero continúa hasta un segundo grupo de pasarelas. En esta parte el recorrido es algo más amable, el trayecto es menos zigzagueante, aunque sí hay zonas muy estrechas en las que incluso tendrás que agacharte para pasar. Aun así, caminar allí, literalmente sobre la montaña, es una experiencia inolvidable.
Al terminar, decidimos hacer una pausa en este punto para sacar nuestro bocadillo y reponer energías. Fue un momento simple pero perfecto, comer frente a semejante paisaje hace que el esfuerzo cobre todo el sentido.
Fin de la ruta
Desde aquí puedes elegir: continuar hasta la fuente o el refugio de Montfalcó, o bien emprender el regreso. Eso sí, si optas por seguir, recuerda que gran parte del camino será de subida y luego tendrás que volver por el mismo recorrido. Nosotros, ya satisfechos con lo vivido, decidimos regresar. Tocaba rehacer el trayecto, subir de nuevo por las pasarelas y, finalmente, volver al coche.
En total tardamos unas cuatro horas en completar la ruta. Y aunque terminamos agotados, la sensación final fue increíble. Sin duda, recorrer las pasarelas de Montfalcó es una de esas experiencias que se quedan grabadas en la memoria. Eso sí, si decides hacerla, te recomiendo que al día siguiente optes por un plan más relajado. Créeme, tu cuerpo te lo agradecerá.
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