Qué ver y hacer en Rochefort-en-Terre
Todo lo que necesitas saber
Te invito a conocer qué ver y hacer en Rochefort-en-Terre. Situado en el sudeste de la Bretaña profunda, a unos 100km de Nantes, esta villa está catalogada desde 2016 como una de las más bonitas de Francia.
Acompáñame a dar un paseo a través del tiempo, retroceder unos cuantos siglos y déjate perderte por sus callejuelas empedradas.
Dónde aparcar:
El pueblo es muy pequeño, pero con mucho encanto, por lo que aparcar y circular con el coche es algo imposible. Lo bueno es que cuenta con varios aparcamientos perfectamente habilitados en los alrededores. Fuimos en pleno mes de diciembre, que allí no es temporada alta, pero el pueblo es tan popular que aún así había bastante gente.
Nosotros aparcamos cerca de la Chapelle Saint-Michel de la Grêle, y lo hicimos totalmente gratis. Si no hay otro aparcamiento habilitado junto a los antiguos lavaderos que también eran gratis.
Rochefort-en-Terre está erguida sobre un peñasco rocoso, configurada por un conjunto de calles adoquinadas donde apenas viven mil habitantes. Es un lugar muy singular, con unas claras reminiscencias medievales con esas fachadas de granito y tejados de pizarra.
La arteria principal de Rochefort-en-Terre es la Rue Saint-Michel, la cual destaca, sobre todo en primavera, por la gran ornamentación de flores que la decoran. La primera plaza que nos encontramos es la Place des Halles, donde se encuentra la oficina de turismo.
La plaza principal es la Place du Puits, de la que destaca el pozo central, un punto principal que ver en Rochefort-en-Terre. Desde aquí convergen las pocas calles con las que cuenta el pueblo. Esta plaza destaca por sus restaurantes y tiendas de dulces, que ya os comentaré más adelante.
Uno de los lugares imprescindibles que ver en Rochefort-en-Terre es el Castillo de Rochefort. La construcción de este castillo data del siglo XII, aunque a lo largo de la historia ha sufrido varias remodelaciones. En el siglo XX el pintor Alfred Klots lo transformó en palacete y no tardó en convertir el pueblo en un lugar de encuentro de artistas.
Este hecho hizo que Rochefort-en-Terre se llenara de galerías, tiendas de antigüedades, manufactura, conservas, etc. que todavía hoy lo caracterizan.
El castillo en si se encuentra parcialmente en ruinas, conserva la parte de la entrada, parte de muralla, una capilla y la parte residencial de Alfred Klots.
El sitio es bonito y hay lindas vistas al pueblo a los tejados del pueblo, puesto que está un poco más elevado.
La Colegiata de Notre-Dame-de-la-Tronchaye, es el templo más importante que ver en Rochefort-en-Terre. Data de principios del siglo XII, aunque fue construida esencialmente en el siglo XIV.
La leyenda dice que tras numerosas invasiones normandas, un sacerdote escondió en un tronco una imagen de la Virgen dando de mamar al Niño, y que justo en este punto la encontró una pastora, y decidieron erigir una iglesia allí mismo.
En la plaza adyacente hay un pequeño Calvario que refleja la Pasión de Cristo. No muy lejos queda una de las dos grandes puertas de acceso a la villa.
Cuando las lavadoras no existían, a la gente le tocaba ir hasta los lavaderos para poder limpiar su ropa. Pues Rochefort-en-Terre conserva hoy en día ese espacio que además de ser un punto más que visitar, muy cerca de ahí está otro de los aparcamientos gratuitos del pueblo.
Sobre todo lo mejor es andar y disfrutar de cada paso, hay edificios como el Hôtel Burban, o Le Pélican que llaman por sí solo la atención. Hay bastantes pastelerías y tiendas con productos típicos y artesanales. De día es muy bonito, pero de noche tiene más encanto, puesto que la iluminación, por lo menos en invierno, la cuidan muy bien. Había hasta un belén montado en una de las calles del pueblo que le daba muchísima calidez al lugar.
El pueblo se ve perfectamente en una mañana, aprovechamos la mañana para visitar el pueblo tranquilamente y por la tarde nos desplazamos hasta La Roche-Bernard. Dimos una vuelta y la verdad que en comparación con otros pueblos se quedaba muy corto, luego por la noche volvimos a Rochefort-en-Terre para cenar allí.
El sitio escogido para cenar fue el Café Breton, situado en el 8 de la Rue du porche. Primero dimos un paseo nocturno, que la verdad fue precioso, porque la iluminación era preciosa, acompañado de un dulce que compramos en “Kouign Amann”.
Para cenar, como no podía ser menos, comimos las típicas galettes bretonas que están riquísimas.
Aunque el nombre puede llevar a confundir, el Molino Nuevo no es un molino, sino el nombre de un estanque que está a las afueras de Rochefort-en-Terre. El camino que lo rodea se puede hacer en unas dos horas, un sendero de unos 6 km, sin duda una caminata de lo más agradable para dar un paseo.
Este último plan no lo hicimos, pero lo dejo aquí como sugerencia. Espero que te haya servido de ayuda esta pequeña guía de que ver en Rochefort-en-Terre.
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